domingo, 4 de mayo de 2014

El agente Balbuena y la libertad de prensa.

ESPIONAJE



(AW) Reproducimos un artículo de Lucas Paulinovich publicado el pasado 24 de abril en en La Brújula Comunicación.

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Buenos Aires, 24 de abril de de 2014 (La Brújula Comunicación).-

Por Lucas Paulinovich

El agente Balbuena y la libertad de prensa

“Américo Balbuena es un agente secreto de la Policía Federal que durante una década se infiltró en la Agencia de Comunicación Rodolfo Walsh. Desde allí, amparándose en un medio independiente, desarrolló una red de espionaje sobre decenas de organizaciones”, explica la diputada Myriam Bregman.

El bueno del Pelado Balbuena con su grabadora, haciéndose presente en las marchas y asambleas y actividades, grabando meticulosamente conversaciones con sus compañeros, engañando con falsas entrevistas que nunca fueron escritas. El agente encubierto, recopilando metódicamente información, tramando sus averiguaciones. Un vigilante en el corazón mismo de un medio de comunicación que se empeñó en la denuncia sistemática del articulado represivo del Estado, de la práctica de la tortura en las cáceles, de los embates de las policías y gendarmerías sobre los manifestantes, de los presos políticos que yacen a la sombra de los grandes medios de comunicación, aliados en los intereses estructurales de esos funcionarios políticos. Una acción del Estado en representación de intereses materiales concretos, resguardando esas trampas de privilegio que la Agencia Rodolfo Walsh denuncia.  

La continuidad democrática de los mecanismos represivos

“La Policía Federal Argentina (PFA) es la única institución de seguridad de carácter nacional que, desde la instauración democrática de 1983, no ha sido objeto de ningún tipo de reforma o modernización institucional que erradique sus enclavas autoritarios y la ponga a tono con los parámetros de la seguridad pública democrática”, dice en la nota que publicó en Página/12 el 26 de enero de 2010, Marcelo Saín, diputado bonaerense por Nuevo Encuentro y exinterventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, y que ratificó ante la justicia en el marco de la causa que se viene desarrollando por la infiltración de Balbuena.
También dice que la institución policial, fundada en el ’43 y puesta en funciones en el ’45, recibió solo una modificación de sus normativas en la democracia: se estableció la necesidad de la mediación de orden judicial, salvo algunos casos excepcionales, debidamente manipulables: “el régimen profesional del personal de la PFA es un tanto más reciente. Fue establecido en la Ley 21.965, promulgada en marzo de 1979 por el teniente general Jorge Rafael Videla, y fue reglamentado en 1983 por un decreto firmado por el general Reynaldo Bignone. Estas normas y sus modificatorias están vigentes, como también lo están el Decreto-Ley 9.021/63 que instituye la ‘Orgánica del Cuerpo de Informaciones de la Policía Federal Argentina’ y su reglamentación aprobada por el Decreto 2.322/67”, detalla. La firma de José María Guido, en el ’63, sigue operando desde las normativas en plena democracia, república mansa y al cuidado: “desde entonces, la PFA fue adquiriendo un grado de autonomía operacional “por abajo” como no lo hizo ningún organismo de seguridad o Inteligencia estatal. Por abajo, porque “por arriba” ha existido una plena subordinación a los sucesivos gobiernos en el cumplimiento de su rol histórico de guardia pretoriana del poder de turno, al menos mientras ese gobierno no se atreviera a inmiscuirse en sus asuntos”, explica Saín.
La policía como brazo ejecutor de las directivas institucionales en materia de seguridad; la indiferencia de los gobiernos institucionales respecto del crecimiento de ese gobierno del orden paralelo, lo dotó de autonomía: la policía de la autogestión.

Periodismo en la divina TV Führer

La democracia avaló esa extensión de un entramado que compone toda una organización de espionaje que desconoce todo contralor de escala política superior, solo operado por las propias capas jerárquicas superiores. “Ese cuerpo está compuesto por ‘agentes secretos’ abocados a las tareas específicas de la ‘especialidad de informaciones’ y cuyos cargos no son ‘incompatibles con otro empleo de la administración pública, provincial, municipal y privados’, es decir, estos agentes del recontraespionaje se pueden infiltrar en cualquier organismo público y privado, facultad que no tienen los agentes de la Secretaría de Inteligencia, regulada por la Ley 25.520, que fue sancionada en democracia. Aquel cuerpo policial de informaciones cuenta con casi 1000 espías que se dividen en dos categorías –‘Superior’ y ‘Subalterno’–, cada una de las cuales tiene sus propias jerarquías. Entre sus numerarios se encontraban Ciro James y otros secuaces que se cambiaron de bando con alguna notoriedad pública”, decía la nota de Saín, y ratificó judicialmente. Esas redes de persecución caen sobre el periodismo que queda ocultado entre las espectaculares oposiciones entre “periodismo militante” y “periodismo empresarial”, ese ejercicio popular y como herramienta de acción política. Periodismo de empresarios, noticias del terror a que no prosperen los negocios.   

La libertad en prensas

Esa práctica de periodismo, basada en la experiencia de la realidad y en la defensa de las causas de los sectores que fueron excluidos del disfrute de esa riqueza acumulada y agitan sus reivindicaciones, es perseguida. Se roba la riqueza y la información, se los conoce minuciosamente, se sigue de cerca sus actividades, se recaban datos acerca de sus líderes y referentes, se organiza una compleja trama de espionaje para mantener el control sobre sus actividades. La sospecha siempre tangible del desorden: visible en el desconcierto del jefe de gabinete, Jorge Capitanich, ante el pedido de explicaciones realizado por el diputado Nicolás del Caño, y el retraso del informe prometido que nunca llegó.
El agente al descubierto es un vaso capilar que estalla y permite encontrar todo el entramado venoso por donde circulan informantes, espías y operadores de los servicios de información de las fuerzas de seguridad. Acumulación de capital y acumulación de información sobre aquellos actores que cuestionan el orden de propiedad. El espionaje y la estafa ejecutado desde las entrañas mismas del Estado. El control de los que denuncian las injusticias se complementa con la anuencia de los que comunican sus noticias. Los intereses sobre las noticias, que nunca hablan sobre ese orden represivo heredado de la dictadura y vigente en democracia. Dos dimensiones de servidores del empresariado que se representa a sí mismo desde las instancias partidarias y ocupa los funcionariados en todos sus niveles.
En esa situación de acosamiento queda situado el periodismo que se ejerce desde esas organizaciones que marchan junto a los sectores excluidos y desfavorecidos, que exponen la injusta organización interna del modelo agroexportador, en donde se concentran las ostentosas riquezas en las manos de unos pocos y el resto es condenado a la búsqueda perpetua de la mera subsistencia; que acompañan los reclamos de los trabajadores, los precarizados y los desocupados; los que exhiben la irregularidad de la justicia de los privilegios; los que muestran los abusos policiales y los tejidos de complicidades que se expresan en sobornos, indultos y gerencia arbitraria de la legalidad. La libertad de esa prensa no se la discute: se la infiltra.

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