El tratamiento mediático de la muerte de Hugo Chávez
El hombre y la hormiga
Por Pablo Gandolfo
Correrán ríos de tinta que desembocarán en mares de vaciedades. La prensa comercial se encargará de ello. Unos días después, cambiarán de tema y ya no habrá (ya no hay) novedad allí: a lo mas, seguirán repitiendo años y aún décadas, los lugares comunes de un supuesto liberalismo ? repúblicano, que hace ya mucho, dejó de ser lo que siglos atrás supo ser: hoy es apenas un discurso que busca legitimar a quién lo enuncia mintiendo, una ideología destinada a deformar realidades, una máscara del poder de los monopolios.
He allí la lista de palabras que tienen la resonancia de ese discurso, tan vacío, que no necesitamos padecer el tedio de conjugarlas en oraciones para que todos sepamos a que nos referimos: autoritario, personalista, libertad de prensa, apegado al poder, los peores llegan a decir dictadura.
Los echos que convierten en su contrario el contenido acusatorio de esas palabras están sobre la mesa, pero los comentaristas de la vaciedad no se detienen en semejante detalle: el personalista construyó el mayor partido político democrático y de masas en décadas; los opositores gozaron del derecho (excesivo) de incitar al asesinato del Presidente, la dictadura ganó elecciones como ningún gobierno democrático del mundo.
Mientras tanto, la democracia que emana la luz que beben los bienintencionados libero-progresistas del mundo, tuvo un presidente que llegó mediante fraude en Florida, durante su gobierno se arrasó desde el cielo mas dos países, y murió sospechosamente, en el oasis de la libertad de prensa, el biógrafo no oficial de este Nerón del siglo XXI. Sobre eso, callan.
Afortunadamente, después vino un premio Nóbel de la Paz, que descartó el recurso sanguinario de la guerra mediante implicación directa y en su lugar instauró un método sano, quirúrgico y mucho mas barato, un plan de ¡¡de asesinatos selectivos!! a escala mundial mediante la utilización de drones y tropas especiales. Cuando eso no alcanza. se arman tropas mercenarias que reemplazan a las propias. Sobre esto los libero-progresistas, también callan.
Así funciona la prensa mundial, libre y variopinta nos dicen, porque en ella reina el debate bipolar entre dinosaurios ultraderechistas y libero-progresistas, que difieren entre si, pero entre ellos, vaya maravilla, ¡se respetan tolerantemente sus diferencias! Por fuera de este mundo idílico estamos nosotros, los intolerantes?
Hay que reconocerles una virtud a estos lenguaraces de lo insustantivo: lo maravillosamente bien que disimulan sus coincidencias. Suena raro pero es así: para sostener el mito de la diversidad en los medios, periodistas que piensan y dicen lo mismo, lo dicen de los modos mas diversos, de tal forma que nos hagamos a la idea de que los hay de centro, de derecha y hasta de centroizquierda. Todos coinciden en lo primordial: deformar para incomprender.
Sus coincidencias están sobre la mesa: dicen que no hay libertad de prensa donde la hay y de la mejor calidad; contrariamente dicen que la hay donde la dominan los grandes grupos empresariales. Dicen que no hay democracia donde hay poder popular, una forma mas profunda de auténtica democracia; dicen que la hay donde grupos económicos definen los candidatos mediante su financiamiento.
El tratamiento de su muerte, la de un revolucionario y un patriota, la de una persona integralmente ética, se convierte en un capitulo mas de su batalla, por revelar en toda su magnitud un sistema que degrada a hombres y mujeres y que se encarna en hombres y mujeres degradados en sus prácticas y en su condición. El periodismo comercial de esta Argentina del siglo XXI, si para algo sirve, es para eso: para mostrarnos la condición degradada de decenas de lenguaraces de la vaciedad. Aun para tratar la muerte de una figura que ya tiene y que tendrá en mayor grado, una altura histórica que estos desinformadores no sospechan. Sus tataranietos, leerán en manuales de historia, que había un hombre, donde sus tatarabuelos decían que había hormiga.
El hombre y la hormiga
Por Pablo Gandolfo
Correrán ríos de tinta que desembocarán en mares de vaciedades. La prensa comercial se encargará de ello. Unos días después, cambiarán de tema y ya no habrá (ya no hay) novedad allí: a lo mas, seguirán repitiendo años y aún décadas, los lugares comunes de un supuesto liberalismo ? repúblicano, que hace ya mucho, dejó de ser lo que siglos atrás supo ser: hoy es apenas un discurso que busca legitimar a quién lo enuncia mintiendo, una ideología destinada a deformar realidades, una máscara del poder de los monopolios.
He allí la lista de palabras que tienen la resonancia de ese discurso, tan vacío, que no necesitamos padecer el tedio de conjugarlas en oraciones para que todos sepamos a que nos referimos: autoritario, personalista, libertad de prensa, apegado al poder, los peores llegan a decir dictadura.
Los echos que convierten en su contrario el contenido acusatorio de esas palabras están sobre la mesa, pero los comentaristas de la vaciedad no se detienen en semejante detalle: el personalista construyó el mayor partido político democrático y de masas en décadas; los opositores gozaron del derecho (excesivo) de incitar al asesinato del Presidente, la dictadura ganó elecciones como ningún gobierno democrático del mundo.
Mientras tanto, la democracia que emana la luz que beben los bienintencionados libero-progresistas del mundo, tuvo un presidente que llegó mediante fraude en Florida, durante su gobierno se arrasó desde el cielo mas dos países, y murió sospechosamente, en el oasis de la libertad de prensa, el biógrafo no oficial de este Nerón del siglo XXI. Sobre eso, callan.
Afortunadamente, después vino un premio Nóbel de la Paz, que descartó el recurso sanguinario de la guerra mediante implicación directa y en su lugar instauró un método sano, quirúrgico y mucho mas barato, un plan de ¡¡de asesinatos selectivos!! a escala mundial mediante la utilización de drones y tropas especiales. Cuando eso no alcanza. se arman tropas mercenarias que reemplazan a las propias. Sobre esto los libero-progresistas, también callan.
Así funciona la prensa mundial, libre y variopinta nos dicen, porque en ella reina el debate bipolar entre dinosaurios ultraderechistas y libero-progresistas, que difieren entre si, pero entre ellos, vaya maravilla, ¡se respetan tolerantemente sus diferencias! Por fuera de este mundo idílico estamos nosotros, los intolerantes?
Hay que reconocerles una virtud a estos lenguaraces de lo insustantivo: lo maravillosamente bien que disimulan sus coincidencias. Suena raro pero es así: para sostener el mito de la diversidad en los medios, periodistas que piensan y dicen lo mismo, lo dicen de los modos mas diversos, de tal forma que nos hagamos a la idea de que los hay de centro, de derecha y hasta de centroizquierda. Todos coinciden en lo primordial: deformar para incomprender.
Sus coincidencias están sobre la mesa: dicen que no hay libertad de prensa donde la hay y de la mejor calidad; contrariamente dicen que la hay donde la dominan los grandes grupos empresariales. Dicen que no hay democracia donde hay poder popular, una forma mas profunda de auténtica democracia; dicen que la hay donde grupos económicos definen los candidatos mediante su financiamiento.
El tratamiento de su muerte, la de un revolucionario y un patriota, la de una persona integralmente ética, se convierte en un capitulo mas de su batalla, por revelar en toda su magnitud un sistema que degrada a hombres y mujeres y que se encarna en hombres y mujeres degradados en sus prácticas y en su condición. El periodismo comercial de esta Argentina del siglo XXI, si para algo sirve, es para eso: para mostrarnos la condición degradada de decenas de lenguaraces de la vaciedad. Aun para tratar la muerte de una figura que ya tiene y que tendrá en mayor grado, una altura histórica que estos desinformadores no sospechan. Sus tataranietos, leerán en manuales de historia, que había un hombre, donde sus tatarabuelos decían que había hormiga.
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