domingo, 9 de marzo de 2014

Agencia para La Libertad.

AGENCIA PARA LA LIBERTAD

Por qué luchamos




Agencia para La Libertad
(APL) Este texto marca el comienzo de miles de sueños y un proyecto en común. Acá se explica por qué es necesidad vital de la franja rebelde del pueblo un espacio que se propone visibilizar, resistir y aportar a la organización para enfrentar la masacre de presos y cautivas. Crimen masivo y silenciado en la Argentina, que no interesa a los gobiernos ejecutores ni a los grandes medios opositores. Ni los bombos ni el Clarín denuncian la voluntad estatal de destruir la entidad humana de los seres condenados al encierro a través del sufrimiento perpetuo hasta que la soledad, la locura, la desesperación, el terror, la tortura, las balas, las drogas, el sida, la garroterapia, el suicidio o todo eso junto, pulvericen su existencia. Los que debieran asumir el tema, no se sienten interpelados. Allá ellos. Y acá nosotros. Para romper el mutismo y la complicidad, para la vida: Para la libertad.
Los asesinatos y torturas intramuros fueron unas de las modalidades represivas más ejecutadas y, al tiempo, las más silenciadas en la última década. Solo los medios o cronistas alternativos, familiares en carne viva, agrupamientos de militantes antirrepresivos, abolicionistas, procuraciones, comités contra la tortura y pequeñas fuerzas políticas, dieron cuenta de la masacre, encubierta por los grandes medios opositores y los gobiernos ejecutores. Es decir, el tema nunca ganó la “primera plana”: los presos son más noticia cuando se fugan que cuando los matan. Porque en el tema del ocultamiento de los crímenes tras las rejas, se llevan de acuerdo sin tensiones, por caso, el Grupo Clarín y el gobierno “K”. La población más despojada, los que no “encajan”, los que resisten en el último refugio de la exclusión y la miseria, no incumben ni a los unos ni a los otros.
Cabe destacar que el gobierno y la inmensa mayoría de los funcionarios “K”, los gobernadores “del palo” o de la oposición, niegan torpemente esta realidad. Por su parte, Cristina Fernández llegó a elogiar al Servicio Penitenciario Federal y lo catalogó de “modelo” de resocialización, por todos los medios, en julio de 2012, cuando la masacre llevaba más de dos mil muertos.
Parte de nuestras afirmaciones coinciden también con escasísimos hombres y mujeres de militancia kirchnerista, quienes han sumado sus denuncias, puntuales aunque incompletas, en algún tramo de la década: “La estadística nos dice que este año morirán unos 300 privados de libertad”, expresó al fiscal Abel Córdoba, titular de la Procuvin, recientemente. “El mayor asesino serial de estos años ha sido del estado”, indicó Raúl Zaffaroni, juez de la Corte Suprema, por medios televisivos. También el presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales, Horacio Verbitsky, ha denunciado, por ejemplo, la obligación de salir a robar, bajo amenaza de muerte, que se les impuso a determinados presos y así recaudaban fondos para la mafia “intrafuerza”. Y en caso de negativa, la violación de la mujer del cautivo, entre cinco grises, fue el primer “aviso” para torcer su decisión.
Sin embargo, estas denuncias excluyen la responsabilidad de quienes gestionan al estado. Y el tema es que luego de 10 años de estar al frente de la administración pública, estos crímenes no pueden ser responsabilidad de las Fuerzas Grises, exclusivamente. Existe un amparo judicial, como se dijo, pero también uno político que transforma la aniquilación de presos y cautivas en política oficial, protegida desde los más altos niveles de conducción estatal. Las escasas voces que se alzan “desde adentro”, aún no detienen las tropelías ni morigeran la violencia creciente, salvo puntualmente, con el alto valor que para nosotros posee cada vida. 
Respecto de las denuncias que se gritaron desde organizaciones populares, como los familiares, Zainuco, Correpi, Coordinadora Anticarcelaria, Red de Derechos Humanos, Cadh de Rosario, el Boletín Para la libertad de la Agencia Walsh o cualquier integrante de la Red Nacional de Medios Alternativos, entre otros, vieron generalmente violentados sus contenidos. Éstos fueron censurados, manipulados, recortados y solo alguna vez reproducidos sin tergiversación en los medios del sistema. Pero lo que sí caracterizó a estas denuncias es que quienes las promovieron lo hicieron con permanencia en los 3650 días de la década, con obstinación y sudor, jornada a jornada, sin financiamiento, poniendo el cuerpo a la adversidad y las patas en el barro, enfrentando represiones, infiltraciones como la del agente Américo Balbuena y hasta secuestros como el sufrido por Alfredo Cuellar, padre de “La China”, asesinada en Ezeiza en 2012. Y lo que sí señalaron estas denuncias es la responsabilidad del poder político, por caso Sapag en Neuquén o Cristina Fernández en las jaulas federales, (por lo menos). Recordemos los dos nombramientos de Marambio, por si uno no bastara, al frente del Servicio Penitenciario Federal, contra todas las voces del pueblo, incluida la de Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz.
Haciendo una “comparancia”, diría Fierro, ¿alguien podría “despegar” al gobernador Scioli de la impunidad que cubre a los responsables de la desaparición de Luciano? Del mismo modo, ni la presidenta, ni uno solo de los de los gobernadores pueden “despegarse” de que muera un ser humano privado de libertad cada 38 horas en las cárceles que regentean los hombres nombrados por el poder político en cada jurisdicción.
En general, hay una negativa obscena a reconocer la barbarie. En rarísimas ocasiones, en voz baja, se esgrimen “razones de gobernabilidad”. Pero lo cierto es que ellos adoptaron tal política y más tarde o más temprano tendrán que responder por estos crímenes. El jurista Carlos Slepoy los llamó “crímenes de lesa democracia”. Slepoy plantea que uno espera de los tiranos que maten, torturen y regenteen campos de concentración. En cambio, no aguarda que de modo exponencial lo perpetren gobiernos constitucionales. Pero el capitalismo acude a represiones cruentas y sutiles según necesidad y cruza las fronteras, siempre, con pasaporte autorizado.
“Sentido común” y “Realidad”
Como se sabe, el neoliberalismo que unió al capital financiero con los grandes medios, posibilitó el dominio del “sentido común” y de la “realidad” armada a conveniencia de intereses, en el planeta entero. Es así que la lucha de los pequeños medios alternativos, de confrontación, de intervención social o como quieran llamarse, adquieren una relevancia capital. Este esfuerzo militante, obligó, en diversos casos, a difundir los crímenes en los medios del sistema. A la vez, en las redes sociales puede apreciarse la multiplicación, extendida por el mundo, de la sangre que pretendían ocultar bajo la sepultura. Y en más de una ocasión, la difusión impidió la sentencia letal. No nos quedan dudas que cada pequeña pelea, forma parte de la gran batalla que estamos dando los oprimidos internacionalmente. El sistema hace estragos con la población que no precisa esquilmar y por eso los más vulnerables no “encajan” y son descartables.
Así, hemos sostenido que este lento, pero implacable, exterminio llevado adelante por efectivos de las fuerzas penitenciarías u hombres y mujeres a su servicio, en el ámbito nacional y los provinciales, sólo puede explicarse desde la existencia de una voluntad estatal, clandestina y sistemática de devastación. Se trata de destruir la entidad humana de quienes fueron condenados al encierro a través del sufrimiento perpetuo hasta que la soledad extrema, la locura, la desesperación, el terror, las balas, las drogas, el sida, la garroterapia, el suicidio o todo eso junto, pulvericen su existencia o la conviertan en un infierno sin salida. Las excepciones, por caso en el Centro Universitario Devoto o el Centro Universitario de Ezeiza, existen a pesar de esta política estatal y con el aporte ajeno a los servicios penitenciarios.
Razones y protagonistas
Describir estos hechos, no implica aferrarse a una antología del lamento. Por el contrario, el empeño puesto por el poder en el aniquilamiento, nos lleva a divulgar lo oculto, aportar a la organización de la resistencia para visibilizar y enfrentar esta política de rejas, castigo y muerte. Somos abolicionistas y un horizonte sin jaulas está unido a una multiplicidad de transformaciones sociales, entre ellas la organización capitalista de la sociedad. Se trata de un largo camino y, afortunadamente, junto con los quebrantamientos de derechos creció la conciencia y la organización popular, aunque todavía resulten insuficientes.
Estas, entre otras razones, llevaron al Boletín Para la Libertad, que durante 7 años tuvo su crecimiento en la Agencia de Comunicación Rodolfo Walsh, a pegar un salto y transformase en Agencia Para la Libertad (en la Red Nacional de Medios Alternativos). ¿Quiénes son los protagonistas, los militantes destacados de esta nueva agencia? En primer lugar las cautivas y presos de las cárceles de mala muerte de la Argentina y de cualquier lugar del mundo, sus familiares y amigos. Aquí podrá leerse y escuchar sus voces. 
¿Quiénes son los compañeros y compañeras que pondrán el hombro con sus notas, opiniones, reflexiones, entrevistas y polémicas? Los primeros en estar al pie del cañón: las luchadoras Adriana Revol (Anticarcelaria Córdoba); Alicia Bernal (Cadh-Rosario) y Claudia Abraham (Rosario), Hilda Presman (Red de Derechos Humanos Corrientes); Rosario Fernández, Alicia Susana Gómez, Marita Vega, (Área Metropolitana), Juana Juárez (Niñez Encarcelada);Llella (Misiones), Alejandra Camilo (Neuquén); María del Carmen Verdú (Correpi); Alfredo Cuellar (papá de “La China”); Maxi Postay (Locos, Tumberos y Faloperos); los sociólogos Alcira Daroqui , Carlos Motto y Rodolfo “Cacho” Rodríguez (recibido en el CUD), entre muchos otros, y todos los que quieran sumar sus brazos. 
El incipiente colectivo de la APL está integrado por militantes de diversos pensamientos políticos e ideológicos. En consecuencia las notas, los entrevistados, expresarán distintas visiones y no siempre representarán a la totalidad de los compañeros. La variedad de voces nos enriquece y la amplitud es un valor constitutivo de la Agencia.
Nuestras fuentes son los seres humanos que sobreviven en las 200 cárceles argentinas, sus familiares, todos los organismos de denuncia, comités contra la tortura, procuraciones, medios diversos, y alternativos compañeros. Nuestros envíos llegarán una vez por semana, más los despachos urgentes toda vez que la defensa de la vida la o integridad nos obligue.
Iniciamos otra etapa en la batalla contra los campos de concentración Siglo XXI: Basta a la masacre silenciada, basta al encubrimiento y la impunidad. Estamos juntos, resistimos en lucha: Para la Libertad.

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